sábado, 28 de septiembre de 2013

La descripción en la ciencia ficción

   La máquina del tiempo no era muy grande. Por fuera parecía un simple auto pero por dentro estaba lleno de luces de colores y de botones de diferentes tamaños. Cada uno de ellos servía para algo. Algunos se utilizaban para prender la máquina y para ponerla en movimiento y otros, para apagarla. En el interior de la misma se encontraba, además, un manual y un diccionario.

martes, 17 de septiembre de 2013

Crisis pasajera

   Parecía una mañana como cualquier otra. En la inmensa llanura del Norte de Italia, el sol había aparecido por el Este, tras los Alpes con cumbres nevadas, los cuales se podían divisar al final de la extensa llanura a medio cultivar del campo de la familia Cafone. El campo era de una gran extensión, con su propio molino, donde la familia procesaba las cosechas, un corral, en el que guardaban su buey y su caballo, y una casa humilde pero acogedora con paredes de adobe y techo de paja con tres habitaciones, una cocina y dos dormitorios, de los cuales uno era para el matrimonio Cafone y el que quedaba para su pequeño hijo.
   Pero esa mañana para la familia había sido trágica, ya que al ir al corral a buscar a su caballo para poder cosechar el trigo que habían sembrado, se dieron cuenta de que su caballo había muerto, por lo que les quedaba solo el buey y con este no iban a poder cosechar el cultivo a tiempo para vender, debido a esto ni iban a conseguir el dinero suficiente para subsistir hasta la siguiente cosecha. El padre, junto al pequeño, emprendieron el labor con el buey, pero al poco tiempo de comenzar advirtieron que el buey respiraba con dificultad, por lo cual debieron suspender la cosecha hasta el día siguiente. Así pasaron los días y el buey se seguía asfixiando al poco tiempo de comenzar su labor. A partir de ese momento se dieron cuenta de que no iban a poder cosechar a tiempo y entraron en crisis. La desesperación aumentaba a medida que pasaban los días, como así también su miedo a lo que pudiera pasarles en el futuro, ya que por el momento no iban a pasar hambre, pero sabían que esa situación llegaría pronto.
   Una tarde lluviosa la mujer Cafone se dirigió hasta la aldea a comprar alimentos con los últimos Florines que le quedaban. Allí se encontraba comprando también la mujer de Giusti, los dueños del campo vecino, los cuales solo poseían un buey, pero al parecer no sufrían los mismos problemas que ellos. Al verla preocupada, se le acercó y le preguntó que era lo que le ocurría y entonces ella le contó su historia. Luego de unos minutos de conversación, la señora Giusti le dijo:
- Veo que necesitan ayuda con la cosecha y nosotros sabemos cómo ayudarlos.
- ¿Cómo?
- Podemos ir a su campo cuando ustedes quieran y enseñarles cómo deben hacer con el buey para poder cosechar el cultivo.
- ¡Perfecto! Los esperamos en el campo cuando ustedes dispongan.
   Así fue como, al día siguiente, la familia Giusti recorrió los cinco kilómetros que separaban los campos y llegó al campo de los Cafone. Al llegar, fueron recibidos con gran alegría. Mientras que las mujeres se quedaron conversando en la cocina de los quehaceres de la casa, los hombres se dirigieron hasta el corral donde estaba el buey. El pequeño de la familia Cafone los acompañó entusiasmado. Ya en el corral. el señor Giusti comenzó a explicarle cómo debía atar al buey para que éste no se asfixiara y así pudiera realizar la tarea de cosecha durante toda la jornada.
- ¡Así debe hacer! De esta manera podrá cosechar todo el cultivo y llegar a tiempo antes de que termine la temporada.
- No sabe cuánto le agradezco, Giusti, nos ha salvado la vida. ¿Esto donde lo aprendió?
- En el viaje que realicé al Sur en busca de nuevas técnicas.
- Bueno, volvamos a la casa a darle la buena noticia a mi mujer.
   Entonces, los tres volvieron a la casa donde las mujeres los esperaban con una rica comida. Cafone le contó a su mujer lo que le había enseñado su buen vecino y le dijo que pronto sus pesares terminarían. Luego de la cena los Giusti regresaron a su hogar.
   Al día siguiente, el señor Cafone se dirigió al corral, temprano en la mañana, con el sol, que con sus rayos bañaba los campos sembrados en esa llanura interminable y atando al buey tal cual su vecino le había enseñado comenzaba un nuevo día, pero con las esperanzas renovadas, ya que la vida de toda la familia iba a cambiar.